En el edificio solo quedaban dos vecinos: Manuel, un hombre
melancólico que escribía sobre su soledad, y Gilberto. Berto, para los amigos,
tenía una personalidad extremadamente positiva que lo convertía en un ser
arrogante e insensible. Sin embargo, en el bar ubicado bajo sus casas, lograron
una cierta amistad al darse la feliz
coincidencia de que ambos eran lectores empedernidos.
Al principio disfrutaron de sus
conversaciones sobre novelas interminables que leían a la misma vez, novelas de
personajes tórridos en tramas farragosas. Pero, con el tiempo, se desdibujó la
línea de la realidad, y la ficción empezó a acompañarles como sus propias
sombras, lo que les provocó una mutua desconfianza. Pasaban noches horribles
viviendo tan cerca el uno del otro, sintiendo la presencia invisible que
espiaba, a saber con que fin; acabaron por dejar de verse
Meses más tarde, el melancólico se
esforzó en el sencillo acto de volver al bar, y lo consiguió. Berto estaba en
una mesa del exterior bebiendo un cubata y con la indiferencia propia de
quienes han perdido la confianza en algo sin saber lo que es, mientras el
limpiabotas dejaba sus zapatos como espejos.
Actualmente, Manuel y Gilberto, si se cruzan en la escalera, en el bar o en
la calle, no se saludan. Los dos han recibido la orden de desahucio por
demolición del edificio y, con idéntico gesto socarrón, las han tirado a la
basura, convencidos de que son artimañas del vecino.
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Pilar Cárdenes
Vaya tipos esos del relato...quien mal anda mal acaba ...estos tenían mal el panorama para que brillara .
ResponderEliminarbueno amiga ...gracias por tu visita y tu comentario ...un placer .buenas noches y besitos
Es verdad, Marina, ni recordaba el refrán.
EliminarMuchas geacias.
Besos
Unidos hasta el final, hasta la lectura de la carta de desahucio. Un relato de soledades. Abrazos
ResponderEliminarSí, Algunas soledades transcurren por caminos inimaginables.
EliminarMuchas gracias.
Un abrazo, Ester
Unidos por la lectura, el edificio y, no podía ser otra cosa que la LOCURA! =)))
ResponderEliminarBien, me encantó Pilar.
Besos :D
Mírala a ella, lo que le va un desvarío. :-)
EliminarMuchas gracias, Liliana.
Besos
me da placer leer tus maravillosos encuentros con tus letras
ResponderEliminarY a mi que dejes por aquí tu huella.
EliminarMuchas gracias
Muy bueno Pilar.
ResponderEliminarHay que ver hasta que punto puede llegar la desconfianza entre dos personas, y encima sin causa aparente, para creer que cada cual está fastidiando al otro.
Un abrazo y buen fin de semana.
Así es, Elda, la mente juega malas pasadas.
EliminarMe alegra que te gustara.
Un abrazo para ti tambièn, y buena semana
Una muy buena entrada que me deja pensativa. Reflejan una determinada forma de convivencia nada rara en nuestra sociedad.
ResponderEliminarBuen finde y un abrazón.
Hola, Mari Carmen, qué bueno dejarte pensansando.
EliminarMuchas geacias.
Un abrazo.
Hola Pilar, que bien has lidiado con los recelos de las dudas internas...
ResponderEliminarGracias por plasmarlo d euna forma tan sutíl..
Pasa buen día, besos admitidos..
Gracias a ti, Din Vito, por el feneroso conentario.
EliminarFeliz finde y besos, claro que sì
Dos personajes muy distintos, cuyas diferencias afloran en cuanto se pierden en las tramas de las lecturas que comparten y que los acercara al principio.
ResponderEliminarTal es la confusión, que se han ubicado fuera de la realidad y en el mutuo encono.
Muy bien relatado, Pilar.
Besos.
Pues sí, Mirella, eso parece.
EliminarMuchas gracias por tu calificación y comentar.
Besos
Malo cuando la realidad se mezcla con la ficción fe tal manera que,se pierde el norte.
ResponderEliminarGracias mil, Pilar por haberme llegado hasta mi casa, bienvenida siempre que lo desees. Ya he enlazado tu blog, para quedo te me pierdas y poder venir a leerte.
Un abrazo
Hola, Myriam, bienvenida y muchas gracias.. En los tiempos que corren, me parece que hay muchaos más de lo que pesanos sin un norte definido.
EliminarSeguimos leyéndonos.
Un abrazo.
Si, Pilar, por estos hemisferios al otro lado del Medierráneo, a 5 hs de Madrid en avión, en Tel Aviv; así que feliz primavera para ambas!
EliminarBesos
Estuve en Israel, aunque no conocí Tel Aviv. También estoy en este hemisferio, pero en el Atlántico, a dos horas y media de Madrid. Feliz primavera.
EliminarBesos
¡Jajaja de esas Islas, conozco Tenerife y Gran Canaria! ¡Preciosas! ¡Besos! y me alegra que te haya divertido mi relato.
EliminarUnidos por la lectura, desunidos por la desconfianza que provoca un medio urbano hostil cuyo fatal desenlace es el desahucio.
ResponderEliminarMe gusta tu relato.
Te invito a que pases por nuestra charca donde cohabitamos sabandijas y gusarapos que compartimos nuestra afición a escribir y al chapoteo:
http://lacharcaliteraria.com/
Un saludo.
Cayetano, me alegra que te haya gustado.
ResponderEliminarMuchas gracias por el comentario y por la invitación.
Un saludo.
Los recelos llevan a actuar así. Maravillos tu relato, querida Pilar. Dejas como siempre esas ganas de leerte más.
ResponderEliminarMil besitos, preciosa.
Aurora, muy amable haciéndome saber de esas ganas.
EliminarMuchas gracias.
Besos
Han perdido la cabeza.
ResponderEliminarRealidad y ficción van de la mano en cada uno de sus días.
Besos.
Y tal como va la tecnología, nosotros también.
EliminarBesos
Hola Pilar,
ResponderEliminarEl cuento me ha entusiasmado. Hasta ayer no supe de tu vuelta a los blogs y espero que sea para quedarte.
Un besote.
Siempre tan amble, Genma.
ResponderEliminarMe alegra mucho que te haya gustado, además de verte por aquí :)
Besos.
Asunto jodido, si solo son dos vecinos, y andan a la gresca. Cuando se confunde el tocino con la velocidad como les ha pasado a estos, aveces ya tiene mal arreglo.
ResponderEliminarBesos Pilar.
Es la consecuencia inmediata de cuando uno pierde los papeles: los propios y, si me apuras, los del vecino.
ResponderEliminarCosa habitual...
Besos
Hola, Rafa y Pilar, por alguna razón que desconozco, Blogger no me deja responder individualmente.
ResponderEliminarMuchas gracias por la visita y por vuestros comentarios.
Besos
Realidad y ficción no pueden ir de la mano ya que las consecuencias son nefastas.
ResponderEliminarUn abrazo Pilar.
Conchi, así lo entiendo yo también.
EliminarMuchas gracias.
Un abrazo.
Este relato me recuerda a Juan José Millás. Sus relatos son de ese estilo, es un escritor al que admiro.
ResponderEliminarBienvenida, Ingeborg, entonces debo entender que te gustó?
ResponderEliminarSaludos.
Si Pilar, tus pequeñas historias son interesantes con su punto de ironía y su dosis de crueldad.
EliminarVengo desde el Blog de Gizela y te dejo un fuerte abrazo.
ResponderEliminarEscribes muy bonito Pilar.
Bienvenida, Adriana. Es verdad, Gizela me dejó unas lindas palabras y me alegra que te hayan conducido hasta mi espacio y, además, comentaras que te gusta.
EliminarMuchas gracias por todo y otro abrazo para ti.
Ninguno era sombra del otro de tan iguales que eran.
ResponderEliminarBuen relato.
Un saludo
Puede ser... cada uno en su estilo.
EliminarMuchas gracias y feliz semana
Por lo que entendido, eran buenos amigos y leían la misma novela, no comprendo que se pueda perder una amistad de esa manera.
ResponderEliminarDices bien en tu comentario, el engalarnos por fuera es solo fachada, opimo como tú todo el cuerpo habla, cada uno a su modo.
Besos, feliz semana
Demofila, los seres humanos somos complicadillos, o eso creo...
EliminarMuchas gracias.
Besos
un placer conocerte
ResponderEliminarMuchas gracias.
EliminarTu relato tan gráfico me ha hecho recordar que en mi casa éramos muy lectores y a veces leíamos el mismo libro a la vez, en diferentes horas. Lo bueno era cuando lo comentábamos y parecía que cada uno había leído un libro diferente.
ResponderEliminarHola Ana María, qué buena costumbre tenían en tu casa.
EliminarMe alegra saber que mi relato te haya traído buenos recuerdos.
Los dos tan distintos... y tan similares...
ResponderEliminarY desde luego, unidos para siempre... en espejo...
Magnífico relato, con mucha miga, para releer y encontrar distintas lecturas a cada vez seguramente... Me ha encantado
Un abrazo
Muchas gracias, Milena. Me gusta saber cuál es la lectura de cada persona.
EliminarUn abrazo
Son muy distintos!
ResponderEliminarsaludos
Hola Kristalle, aunque las aficiones creen vínculos.
EliminarMuchas gracias
Saludos
De todo hay en la viña del Señor, y la lectura, elemento imprescindible para el conocimiento, debería ser un nexo de unión y no de distanciamiento. Otra cosa es la inquina que un escritor pueda sentir hacia otro al que considera rival. La historia está llena de personajes que trataban de denostar a sus competidores. Significativa fue la rivalidad entre Quevedo y Góngora.
ResponderEliminarSalu2.
Cierto es que en todas las profesiones hay rivalidades, sutilezas y subterfugios, aunque aquí, en principio, la afición por la lectura fue el elemento unificador.
ResponderEliminarMuchas gracias, Alfredo.
Saludos